martes, 23 de junio de 2015

Baratometrajes 2.0 (2014), de Daniel San Román y Hugo Serra



En un momento en el que la historia quedó supeditada a la espectacularidad y al dinero, la corriente low cost llegó al cine español para salvarlo del bochorno que en muchas ocasiones producía. Con esta corriente llegó un cine verdadero, creado a partir de los recursos de los que disponían los integrantes de los proyectos que surgían de esta revolución. Estos recursos no siempre eran los mejores, pero permitían hacer arte a un coste mínimo. Internet ayudó aún más a la revolución, poniendo a disposición de los directores y productores low cost, plataformas que permitían exhibir el trabajo, gratis o cobrando, pero a un precio infinitamente más asequible que una sala de cine. En este contexto, surge Baratometrajes y posteriormente su segunda parte, Baratometrajes 2.0.

En esta segunda parte se entrevista a cineastas, exhibidores, productores y gestores culturales que tratan el tema del cine desde dentro. Este trabajo saca la putrefacción del cine español a la vista de todos y nos invita a pensar en estos cineastas independientes como la clave de la regeneración de la cinematografía del país. Además, trata no solo las historias que cuentan estos directores en sus filmes, si no su forma de entender a los espectadores (por qué piratean, por qué se prefiere el cine extranjero...) y sus propuestas de cambio para una industria saneada y saludable. Baratometrajes es el escaparate del nuevo cine en España, del cine que de verdad llega y hace sentir en salas de cine.

No pasa desapercibido que el cine español en los últimos tiempos se ha esforzado más en conectar con el público, quizá porque sabían que la forma en la que estaban prostituyendo al séptimo arte les estaba costando espectadores y, lo que más les importa, dinero. Por eso y por la aparición de plataformas como Filmin, el cine independiente a precios asequibles (en ocasiones hasta 8 veces menos que en una sala de cine), hacía que los cinéfilos, de los que verdaderamente se alimenta la industria, se quedasen en sus casas viendo películas de jóvenes directores que no habían tenido oportunidades en el mundo de los grandes estudios. Y a juzgar por lo que hemos visto de algunos directores con grandes presupuestos, quizá estos jóvenes rechazados por la industria, podrían enseñar de cine al 70% de miembros de la industria.

Porque al contrario de lo que piensan los grandes estudios, Baratometrajes nos enseña que el dinero no lo es todo. Porque sin (tanto) dinero también se puede hacer buen cine. Y ejemplos de ello son, Ilusión (2013), de Daniel Castro; Historias de un director idiota (2009), de Sergio Candel; o Esperando Septiembre (2011), de Tina Olivares.

En definitiva, este documental trata de abrir los ojos de los espectadores, mostrándonos que hay algo que no se puede comprar con dinero, la creatividad, la pasión y la ilusión por hacer cine y contar historias.

Lo mejor: el tono optimista del documental que, lejos de inspirar la idea de que sin una gran financiación no se puede llegar a ningún sitio, nos muestra los logros de una serie de autores que han destacado a través del low cost.
Lo peor: quizá que dentro del tono general de optimismo se haya generado un optimismo de circunstancias, es decir, que se haya generalizado en el documental las pocas opciones de llegar a un lugar en el cine de estudio.
Valoración: ****1/2

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